El filoso chillido de un gato me pellizcó el oído. El sueño
me abandonó de inmediato. Vagué insomne por el pasillo hasta llegar al sótano. Abrí
la puerta y el sofocante y húmedo aire del cuarto golpeó mi rostro. Entré sin
vacilar. Cada paso retumbaba en el cavernoso ambiente. Un sueño deletéreo
invadió mi cuerpo y desmayé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario