2.6.15

Caja de memorias


Encontrarse con objetos del ayer despierta un sinnúmero de emociones. Éstas vuelan, se alborotan y se dispersan, para terminar por asentarse y adherirse nuevamente, inertes, a nuestra memoria. ¿De qué sirve pensarte y añorarte?, si en quien pienso no es el mismo tú y la que te piensa, no es la misma yo.

Mirando en la cajita de ébano, con devoción,
cuando los años han pasado, 
sacudiendo el aterciopelado polvo
que los veranos han posado.

Levantar una carta hacia la luz,
oscurecida ahora, con el tiempo;
repasar las palabras desvaídas que, 
como e vino, un día nos alegraron.

Tal vez, encontrar entre sus cajoncillos
la arrugada mejilla de una flor,
recogida por una galante mano desaparecida.

Un rizo, quizás, de frentes
que nuestra constancia olvidó;
tal vez, un antiguo adorno
de una moda que ya pasó.

Y después, dejarlos reposar de nuevo,
y olvidarnos de ellos,
como si la cajita de ébano
no fuera asunto nuestro.

Emily Dickinson

No hay comentarios: